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La mano que canta

2021

Nacida en Bilbao y actualmente establecida en Bruselas, Alex Reynolds desarrolla su obra en la experimentación interdisciplinaria entre performance y cine, así como a través de instalaciones, textos, fotografías y piezas conceptuales. Esta confluencia de los distintos lenguajes expresivos la lleva a redefinir en cierta forma el lenguaje cinematográfico, que la artista entiende como medio fundamentalmente colaborativo.

Reynolds centra su práctica en la exploración de los modos de afecto y relación, supeditando la planificación narrativa o guion a situaciones que propician el acto de filmar o se generan durante el mismo. Así, la identidad de los personajes se expande de manera continua en sus historias, como si cada escena ampliara el rango de sus acciones posibles en lugar de cerrarse hacia una meta u objetivo en la trama. Cada aspecto del lenguaje audiovisual —el sonido, la imagen, el ritmo, la actuación, el papel del espectador— se nutre igualmente de asociaciones libres, manteniendo así una tensión entre distintos niveles que pueden ser del propio filme, del lugar en que se muestra o de las obras que coexisten en ese espacio. El resultado es una liberación de los convencionalismos del cine, que convierte la percepción de la pieza en un acto de responsabilidad activa.

La mano que canta (2021) fue coproducida por el Museo Guggenheim Bilbao con motivo de la exposición Hay una ley, hay una mano, hay una canción, incluida en la programación Film & Video del Museo. La pieza parte del diálogo de Reynolds con la coreógrafa sueca Alma Söderberg, a cuya colaboración se suma la voz de la escultora Julia Spínola. La mano que canta construye una red de gestos, palabras y visiones que parecen responderse pero también provocarse en el tiempo. Un gesto se encadena con palabras o murmullos, las imágenes se reconocen en otras imágenes o músicas. Así, el ritual de la extracción de corcho de los alcornoques de Extremadura tiene sus afinidades con el acto de pelar una naranja junto a una llama crepitante; después, con el acto de lavarse esa misma mano; de igual modo, el temblor de las hojas y el temblor de las voces parecen afinarse mutuamente. El hilo conductor podría ser una forma de amistad, un sentir común que genera vivencias e intuiciones. Se muestran secuencias abiertas y podemos observar la retroalimentación entre los lugares, acciones y planos de la cámara. Es una obra a la vez libre y minuciosamente compuesta, donde la resistencia a lo estático y el interés por la transformación implican a todos nuestros sentidos.

Título original

The Hand that Sings

Fecha

2021

Técnica / Materiales

Vídeo monocanal en alta definición, en color, con sonido, 22 min 41 s Ed. 1/5 + 2 PA

Crédito

Obra realizada en colaboración con Alma Södeberg Guggenheim Bilbao Museoa