Sala 203
Los artistas pop abordaron temas que en el “arte elevado” se menospreciaban, incorporando el lenguaje visual del ámbito comercial y de la publicidad. Esta integración de las formas populares se ha interpretado como una exuberante afirmación de la cultura norteamericana, pero también como una irreflexiva asimilación de lo considerado “inferior”. A Richard Hamilton se le suele atribuir la fundación del Arte Pop; fue miembro del Independent Group, que apoyó las nuevas tecnologías y la cultura de masas en el Reino Unido durante la primera mitad de la década de 1950 como plataforma para crear arte visual. Su serie de relieves de fibra de vidrio del Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, para la que Hamilton se basó en una tarjeta postal del edificio, ejemplifica bien cómo la repetición y la
reproducción de la imagen se convirtieron en seña de identidad de los artistas pop.
Roy Lichtenstein pintó sus lienzos empleando una simulación de los puntos de la trama de impresión, en alusión directa a las técnicas comerciales utilizadas en tebeos y periódicos; así, creó un “arte elevado” a partir de lo que se consideraba una forma “inferior” o popular de comunicación visual, procedente de la vida cotidiana. Por su parte, James Rosenquist, como consecuencia de su actividad como pintor de vallas publicitarias, introdujo en sus obras de arte múltiples técnicas y motivos propios de ese oficio; recortó y recombinó fragmentos de imágenes procedentes de la publicidad, usó pintura comercial y trabajó en formatos de grandes dimensiones.
La artista de origen griego Chryssa llegó a Nueva York a mediados de la década de 1950 y se inspiró en los rótulos luminosos de Times Square, tomándolos como paradigma de la modernidad y de la imbricación de lo vulgar y lo poético en la cultura estadounidense. En su caso, y al igual que otros artistas pop, Andy Warhol utilizó en sus creaciones imágenes impresas provenientes de periódicos, fotogramas publicitarios y anuncios, entre otras fuentes; posteriormente, adoptó como medio la técnica de reproducción en masa de la serigrafía.
La influencia del pop ha perdurado a lo largo de distintas generaciones desde la década de 1960. La artista contemporánea Josephine Meckseper cuestiona las interpretaciones convencionales de nuestro imaginario popular, así como los sistemas de difusión y exhibición a través de los cuales adquiere importancia; al combinar objetos artísticos con artículos de consumo en esculturas que suelen adoptar la forma de escaparates comerciales, establece una correlación directa con el modo en que el consumismo incide en la producción cultural, dotando a menudo de un marco crítico a productos y elementos visuales que por lo demás son corrientes. Douglas Gordon entronca con la historia del Arte Pop imitando los autorretratos de Warhol y, en el caso de la obra que se expone en esta sala, apropiándose directamente del filme de Warhol Imperio (Empire, 1965), de cuyo metraje original grabó dos horas durante una proyección que tuvo lugar en Berlín, redefiniéndolo como su propia obra de arte contemporánea. Gordon reconoce tanto la ubicua influencia de Warhol como su obsesiva preocupación por la cultura de la fama y los fans.