Grandes pinturas de figuras (1907)
Sala 206
“Los cuadros fueron pintados directamente a través de mí, sin dibujos preliminares y con gran intensidad. Yo no tenía ninguna idea de lo que representaban las imágenes; sin embargo, trabajé con rapidez y seguridad, sin cambiar una sola pincelada”, afirmó Hilma af Klint sobre Grandes pinturas de figuras.
En los cuatro lienzos iniciales de este grupo, cuyo formato es más vertical y pequeño, lo masculino y lo femenino están separados, y se conectan mediante elementos como una espiral o, en el caso del cuarto lienzo, una hilera de figuras humanas que genera una composición triangular. En esta obra, el hombre en amarillo de la izquierda representa a la propia Af Klint, mientras que la mujer de la derecha, con un sutil manto azul, retrata al parecer a la artista Gusten Andersson, que también formaba parte del círculo íntimo de espiritistas de Af Klint. A partir de la quinta pintura, el formato pasa a ser cuadrado y de mayor tamaño, y la abstracción sustituye a la figuración. Lo masculino y lo femenino se van fusionando en una evolución que culmina en la imagen de un altar con una rosa en medio de la cruz, como la que Af Klint empleaba en sus sesiones de espiritismo. Este conjunto refleja la idea teosófica de que la vida consiste en una búsqueda de la unión de las fuerzas opuestas.