Dibujando las líneas y defendiendo la paz

“En este preciso instante, en algún lugar del mundo, está explotando una bomba.
Deben surgir nuevas vidas en mitad de todo eso.
Creo sinceramente: ‘“¡DETENED LAS BOMBAS!”.

Yoshitomo Nara

 
El dibujo desempeña un papel fundamental en la práctica de Nara: a lo largo de su carrera, ha esbozado ideas en papel, cartón y madera —cualquier material que tenga a mano—, convirtiendo después algunos de esos bocetos en pinturas. El dibujo le permite expresar sus emociones con una inmediatez que no es capaz de transmitir en la pintura. Con lápiz o bolígrafo, Nara capta la esencia de lo que considera extraordinario y emocionante en el mundo que lo rodea tal cual lo vive, especialmente en respuesta a la música, su pasión.

Nara creció escuchando la música que retransmitía una emisora de radio del ejército estadounidense. Compró su primer disco en 1967 y posteriormente descubrió la llamativa estética del glam rock de los años setenta y el espíritu agresivo del punk. Sus dibujos sobre ese periodo son una clara alusión al poderoso efecto que ejerce en él la música, los ritmos del bajo y la veloz percusión de la batería. A través de ellos manifiesta sus particulares reacciones al sonido y al movimiento, que cualquiera puede entender. En ocasiones, el dinamismo de sus personajes animados da vida a los músicos, activando una recepción por nuestra parte muy distinta a la interacción que establecemos con sus figuras pintadas. Al trazar los contornos de sus composiciones, Nara dibuja de forma metódica y minuciosa, pero, a la hora de registrar sus reacciones intuitivas, lo hace con vehemencia y desenfado.

La conciencia política de Nara, sus preocupaciones humanitarias y su antibelicismo también tienen sus raíces en la contracultura y la música folk y blues de los años cincuenta y sesenta, en la banda sonora de los movimientos por los derechos civiles y por la paz. Sin estar nunca en servicio activo, en 2002 Nara viajó a Afganistán para documentar la guerra, reaccionando ante ella con dibujos y fotografías. Jamás ha dejado de lado su conciencia social: desde el accidente nuclear de Fukushima de 2011, su postura política se ha hecho cada vez más patente en sus obras de arte; asimismo, ha apoyado activamente iniciativas globales en las que siente una implicación personal, como el activismo antinuclear y las campañas para denunciar los problemas medioambientales. La iconografía directa y accesible de Nara, con su inequívoca y rotunda crítica política, ha sido adoptada por manifestantes que reproducen sus imágenes y sus contundentes mensajes en pancartas de numerosas protestas.

El dibujo brinda a Nara un nivel de libertad que no ha encontrado en el medio pictórico: disfruta de las posibilidades de una ejecución rápida y un trazo fluido. Pero también introduce este tipo de definición en sus pinturas, dándoles una calidad gráfica similar a través de contornos fuertes y la economía de líneas.