Dedicamos un apartado a la exploración de algunas de las series más recientes de esta autora, que tienen su punto de partida en la pintura de reconocidos maestros, como Frans Hals, Francisco de Goya o Édouard Manet. El análisis de la pincelada y la paleta de algunas de las obras obras de Jungwirth revela afinidades con las de aquellos artistas, apreciables en aspectos como el gesto pictórico y los colores empleados.
A PARTIR DE FRANS HALS
La extraordinaria capacidad de Frans Hals (ca. 1582–1666) de captar fugaces expresiones faciales a través de pinceladas sueltas convirtió al pintor en uno de los mejores retratistas de la Edad de Oro holandesa.
Para ejecutar sus retratos, de apariencia espontánea e inmediata, el artista comenzaba perfilando el motivo directamente sobre el lienzo y continuaba aplicando capa sobre capa con rápidas pinceladas que, contempladas a cierta distancia, parecen fusionarse. Realizaba los detalles finales con pintura más densa, evocando los efectos de distintos tejidos, como bordados o puños de encaje.
Conocido por emplear en sus obras una paleta cálida, su uso del color fue limitándose con los años, como puede apreciarse en su cuadro de 1664 Las regentes del asilo de ancianos. En este retrato de grupo, Hals representa a las cinco mujeres recurriendo fundamentalmente al negro, excepto en los blancos cuellos y puños, y en las mejillas sonrosadas.
Algunos de los mejores pintores de la historia del arte han estudiado y copiado esta obra maestra. En la sala 205 podrá encontrar la versión realizada por Martha Jungwirth en 2014: Sin título, de la serie Las regentes del asilo de ancianos, Frans Hals, 1664. Entre enérgicas pinceladas y densas manchas, la artista conserva áreas sin pintar en el fondo, del que parecen surgir las oscuras vestiduras, los cuellos y las manos de las modelos.
A PARTIR DE FRANCISCO DE GOYA
Francisco de Goya (1746–1828) está considerado como uno de los pioneros del arte moderno, destacando por su singular enfoque de los temas sociales, económicos y políticos de la España de su tiempo. Su innovación en la pincelada y el uso del color supuso un avance significativo en el arte y elevó aún más su estatus como pintor influyente.
Albayalde o blanco de plomo, amarillo de Nápoles, amarillo ocre, ocre oscuro, rojo brillante, rojo de Venecia, bermellón, Siena tostada, carmín, azul cobalto, tierra de sombra, tierra de sombra tostada y negro marfil figuran entre los colores característicos de Goya. Sin embargo, a menudo empleó una paleta más limitada, como sucede en Vuelo de brujas, que anticipa la expresividad de sus célebres Pinturas negras.
Goya utilizaba pinceles de pelo de marta y tejón, pero para comenzar a manchar el lienzo hacía uso de una esponja e incluso de los dedos. En las zonas de empastes más densos recurría a la espátula o arrastraba un fino pincel cargado de pintura con el fin de crear mayor textura en los detalles.
Martha Jungwirth ha ejecutado varios cuadros a partir de las creaciones más conocidas de Goya. En la obra Sin título, de la serie Vuelo de brujas (2022) —ubicada en la sala 209—, los capirotes de las brujas y la gama cromática recuerdan a la pintura del maestro. En su planteamiento, Jungwirth aísla las figuras en cuatro láminas de papel distintas, aplica el color de una manera muy matérica, y satura el verde de los capirotes y los tonos rosados de los rostros.
A PARTIR DE ÉDOUARD MANET
Édouard Manet (1832–1883) fue uno de los pioneros del arte moderno y precursor del Impresionismo, sobre todo debido a su radical manejo del color y a su trabajo alla prima, es decir, húmedo sobre húmedo. Como experto en esta técnica, Manet aplica expresivas pinceladas, mediante las que queda incorporado a la pintura el movimiento de su cuerpo. Esos toques de pincel, aun siendo evidentes, son técnicamente precisos. Así, lo que podría pasar por un gesto espontáneo es en realidad fruto de un meticulosísimo proceso. Por la noche, Manet solía retirar con una espátula los densos empastes que había aplicado durante el día, con el fin de regresar a una capa de pintura base, para empezar de nuevo a trabajar a la mañana siguiente.
Mediante la supresión de los medios tonos y la intensificación del contraste entre las luces y las sombras, lograba dotar de luminosidad a sus motivos. Manet mezclaba pigmentos con la pintura y en ocasiones aplicaba el color directamente desde el propio tubo. Sentía predilección por el negro, desterrado en cambio de la paleta de los impresionistas, y también recurría al blanco, al amarillo de Nápoles y a ciertos tonos verdes, al igual que Goya. Los bodegones que Manet realizó al final de su vida están presididos por colores muy contrastados entre sí.
Para realizar su serie de 2023 Édouard Manet, El espárrago, que puede verse en la sala 209, Martha Jungwirth pone el énfasis en ciertos amarillos y malvas de la pintura original. Con pinceladas de fluida apariencia logra evocar el manojo de espárragos de Manet llevándolo a una escala monumental.
Las regentes del asilo de ancianos de Haarlem,1664
Frans Hals (1580-1666)
Pintura al oléo sobre lienzo
Foto: René Gerritsen
Frans Hals Museum