Sección V - Exilio en Inglaterra (1938–1946)
Durante su exilio en Inglaterra, Oskar Kokoschka no permaneció inactivo. Tuvo que partir de cero en un país que todavía no había reconocido su talento artístico. Allí llevó una vida modesta junto a Olda Palkovskà, entre Londres y Polperro (Cornualles), donde el pintor comenzó, con El cangrejo (1939–40), una serie de obras alegóricas sobre Europa en guerra. Estas pinturas, realizadas en pequeño formato debido a la dificultad para adquirir materiales, son un testimonio único del dramático periodo que Kokoschka tuvo que superar. Los motivos que adoptó entonces proceden de múltiples ámbitos, como la mitología, la sátira e, incluso, lo popular. Kokoschka no se limitó meramente a comentar las circunstancias del momento, sino que, mediante la publicación de artículos y la creación de carteles que después exhibía, también afirmó su pacifismo y la necesidad de una reconciliación. En 1947 obtuvo la ciudadanía británica, que le permitiría volver a viajar por Europa. Sin embargo, aunque enseguida acudió a Viena a visitar a su familia, no quiso volver a instalarse allí. Aquel mismo año, la Kunsthalle de Basilea organizó una importante retrospectiva de su obra, que lo consagró como artista y protagonista clave en la reconstrucción de la cultura europea.