Sección I - Un enfant terrible en Viena (1907–1916)
Los miembros de la Secesión vienesa y de los Wiener Werkstätte (Talleres de Viena, 1903–32), que buscaban la unidad de las bellas artes, alumbraron formas suaves y orgánicas en el arte y la arquitectura. Frente a ese estilo y a contracorriente, Kokoschka se afirmó a sí mismo a través de la crudeza de sus dibujos y de sus textos, que anticiparían el movimiento expresionista. En 1908, su primer poema ilustrado, Los chicos soñadores, dedicado a Gustav Klimt, provocó un escándalo cuando se expuso en la Kunstschau (Muestra de arte) de Viena. Al año siguiente, la noche del estreno de su obra teatral Asesino, esperanza de las mujeres también se originó una enorme polémica.
Tildado de salvaje por la crítica, Kokoschka se afeitó la cabeza, adoptando así el aspecto de un presidiario. No obstante, también tuvo partidarios, entre ellos el influyente arquitecto Adolf Loos (1870–1933), gracias a cuyo apoyo Kokoschka no tardó en recibir numerosos encargos de retratos de miembros de la sociedad vienesa, que no siempre aceptaron de buen grado la incisiva manera en que el artista los plasmaba. Mediante la combinación de un exagerado manierismo y su particular expresionismo, Kokoschka conseguía que aflorara en el lienzo el interior de la persona retratada.