Retablos y Cuadro final (1915)

Sala 203

Hilma af Klint planteó su visión del edificio que habría de albergar las Pinturas para el templo en uno de sus cuadernos, fechado entre 1930 y 1931. El templo debía transmitir energía y serenidad y presentar una estructura de planta circular con varios pisos. Los adeptos harían un recorrido ascendente en espiral que culminaría en la capilla del altar, donde se encontrarían los tres Retablos aquí expuestos, que constituyen el último grupo y la síntesis de las Pinturas para el templo.

Terminados en 1915, los Retablos estarían relacionados con la versión teosófica de la teoría evolutiva, según la cual la evolución se produce en dos direcciones, tanto al ascender del plano físico al espiritual como al descender del mundo divino al material. En los lienzos se aprecia la culminación de las formas, colores y motivos de las Pinturas para el templo. La relevancia que Af Klint concedía a los Retablos queda resaltada mediante la utilización de la hoja de metal, material con frecuencia empleado en el arte religioso tradicional, para conferir una cualidad especial y luminosa. Si bien la pintora consideraba estos retablos como el broche final del trabajo más importante de su vida, realizó una última obra después, el pequeño lienzo titulado La castidad humana, Cuadro final.