El laboratorio de escultura
El taller de Boisgeloup se convierte en un gran laboratorio para Picasso, donde no solo trabaja el yeso de forma directa con sus manos, sino que busca transferir las texturas de otros elementos, incluso de la naturaleza, presionando sobre el dúctil material. En el taller del artista, habitado por piezas blancas de diferentes tamaños, los bustos de Marie-Thérèse están acompañados por otras obras, algunas ya perdidas y otras presentes aquí, como las pequeñas bañistas de yeso. Más tarde llegan esculturas como Cabeza con casco (1933) y Mujer con follaje (1934). El propio Picasso, en una de sus conversaciones con el célebre fotógrafo Brassaï, relata el método que empleó para crearlas, acoplando objetos y materiales reales con fragmentos de yeso, fusionando así las técnicas del modelado y del ensamblaje.