Dibujos en el espacio
En 1909, en pleno auge del Cubismo, Picasso modeló el busto de su compañera, Fernande Olivier, transformando su anatomía y sus rasgos distintivos en facetas geométricas y orgánicas, torsionándolas y condensándolas para lograr en el medio escultórico, como nunca antes, lo que había experimentado en su pintura cubista.
Esa necesidad de trascender las dos dimensiones llevó a Picasso, de nuevo a finales de la década de 1920, a experimentar con la escultura buscando materiales y técnicas industriales que le sirvieran para construir lo que su galerista Daniel-Henry Kahnweiler denominó “dibujos en el espacio”. Esta etapa se inicia con el encargo que recibe para realizar un monumento destinado a la tumba de su amigo el poeta Guillaume Apollinaire. Picasso realiza una serie de bocetos de figuras humanas filiformes compuestas por siluetas geométricas y busca la ayuda del escultor Julio González y sus conocimientos técnicos para trasladar los diseños a la escultura. Las piezas nunca llegarían a situarse en la tumba del poeta.