Cristian Villavicencio
Quito, 1984
Esta obra fue creada a partir de un escaneado tridimensional de una escultura precolombina perteneciente a la cultura chorrera, que floreció en Ecuador en el período comprendido entre 1300 y 300 a. C. Con forma de molusco, el objeto es un instrumento musical de viento típico de los rituales indígenas consistente en dos cuerpos escultóricos interconectados que albergan agua en su interior. El sistema mecánico incorporado en la base hace rotar la cerámica y produce una resonancia sibilante. Estas vasijas, similares a instrumentos sonoros rituales, adoptaban diferentes formas para generar los sonidos deseados, suavizados por el efecto del agua. En esta escultura, el artista aúna historia y memoria colectiva a través de la recuperación y la reinterpretación de la tradición indígena de la cerámica y del sonido, añadiendo una nueva capa de significado a través de un enfoque contemporáneo. En el vídeo relacionado con esta pieza que también puede contemplarse en esta muestra, un habitante de la comunidad amazónica de Alta Florencia imita distintos tonos de sonidos animales que se grabaron en el río Napo, en el parque Yasuní, que a su vez evocan las vibraciones musicales emitidas por la cerámica.